Las mentiras blancas también tiñen nuestra personalidad

Las mentiras blancas también tiñen nuestra personalidad

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En realidad, es complicado encontrar un significado científico o académico de lo que es una mentira blanca, pero se podría definir como mentiras que se cree no perjudican a nadie, o que se dicen buscando suavizar una realidad compleja, como lo expone José Burgos en un artículo de opinión publicado por El Nuevo Herald: “Las mentiras blancas también se dicen cuando no existe la intención de perjudicar a nadie y se utilizan por diferentes motivos y en determinadas circunstancias” (Burgos, s.f.). Aunque en primera instancia, una mentira blanca no afecta directamente a alguien en la realidad cercana o en el entorno circunscrito, dicha mentira sí afecta directamente a alguien: a quien la dice.

 

Una mentira blanca puede verse indefensa, porque en sentido práctico no busca afectar a alguien, cambiar una realidad aparente u obtener algún provecho específico; pero, tiene una afectación directa mucho más relevante: la personalidad de quien miente y la comunicación. Como se expresa en repetidas ocasiones en el trabajo de Llano y Polo, la comunicación es esencial en el proceso social (Llano & Polo, 1997), permitiendo el intercambio de ideas, la construcción social y facilitando la creación de confianza entre los individuos en la realidad, y hay algo que las mentiras afectan indudablemente, la comunicación. Si el hombre afecta, por medio de su decisión de mentir, el proceso de comunicación, se afecta a sí mismo.

 

Por otra parte, y mucho más importante, las mentiras, por blancas que sean, afectan directamente a quien las dice. Es posible que decir una mentira blanca no tenga muchas consecuencias, pero considero que mentir es un círculo vicioso cuyos efectos no se ven sino hasta cuando no hay forma de parar. El hecho de mentir afecta la personalidad del individuo, lo inhabilita a la verdad, como lo exponen Llano y Polo, haciendo referencia a lo enunciado por Kant: “el que dice mentira atenta ante todo contra sí mismo porque se escinde, pierde su integridad, y acaba inhabilitándose para la verdad” (Llano & Polo, 1997). La anterior es una aseveración dura, pero cierta. Quien miente, y no logra medir el impacto negativo de su mentira o percibe el beneficio de ella, se acostumbra, renuncia a su autonomía e integridad y se esclaviza a ello.

 

De esta forma, queda claro entonces el efecto que las mentiras pueden causar en el individuo que las usa, en la sociedad donde se desenvuelve, en la comunicación y en las relaciones humanas, pero es necesario señalar que incluso las mentiras blancas, que se vanaglorian de ser inofensivas, pueden acabar afectando el “órgano veritativo”, como lo exponen Llano y Polo, refiriéndose a la inteligencia y la relación con la realidad (Llano & Polo, 1997).

 

Hablando de manera personal, recuerdo muchas ocasiones en las que pude haber empleado mentiras blancas y no lo hice, porque disfrutaba de los comentarios que recibía al ser totalmente franco, me sentía orgulloso de ser franco y emplear la verdad. Cuando era más pequeño, mi mamá se sentía orgullosa y le contaba a las demás personas que yo siempre decía la verdad, que era muy franco. Ese orgullo venía de ocasiones en los que me preguntaba cosas en las que las personas normalmente emplean mentiras blancas, y yo, sin dudarlo un solo momento, decía lo que pensaba, la verdad.

 

Aparte de algunos casos extremos en los que considero discutible el uso de las mentiras blancas, no quisiera que las usaran conmigo y siempre evitaré su uso a toda costa. Personalmente, considero que la base de los problemas en los grupos de trabajo, en las organizaciones y en las relaciones humanas es la comunicación, y teniendo en cuenta el impacto negativo de mentir en la comunicación y, más importante aún, en la confianza, prefiero procurar mantenerme íntegro, y erradicar su uso.

 

 

Bibliografía

Llano, C., & Polo, L. (1997). Antropología de la acción directiva. Madrid: Unión Editorial.

Burgos, J. (s.f.). Las mentiras blancas. Obtenido de El Nuevo Herald: https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/cartas/article20593437.html

 

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Detalles del articulo

  • Autor
    Ricardo Palacio Toro
  • Lugar
    Bogotá Colombia.
  • Año
    2019
  • Tema
    Acoso en la Universidad
 

Ricardo Palacio Toro

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