Las Mentiras Blancas y La Realidad
Las Mentiras Blancas y La Realidad
Las mentiras blancas son aquellas que se dicen sin intención de perjudicar a alguien o con el fin de disminuir un mayor impacto negativo (Burgos, s.f). Muchos de nosotros hemos sido víctimas y victimarios de las mentiras blancas. En muchas ocasiones, puede que decirlas sea la mejor opción para evitar un impacto o sentimiento negativo en los demás. Sin embargo, se debe tener en cuenta qué tan frecuente usamos las mentiras blancas debido a que el alto uso de ellas nos puede guiar a perder la percepción de la realidad. En esta ocasión, se va a hablar de en qué circunstancias las mentiras blancas pueden ser usadas, el por qué el continúo uso de estas puede hacernos a los humanos indiferentes a la verdad, el efecto en la sociedad y luego una conclusión sobre estas.
Las mentiras blancas únicamente deben ser justificadas cuando estas se usan para disminuir un dolor o un efecto negativo mayor. Por ejemplo, cuando estás visitando a alguien cercano que se encuentre enfermo, lo primero que pasa por nuestra mente es expresarle qué tan bien se ve (aunque en realidad no se vea de tan buen aspecto), con el único motivo de darle un momento de felicidad o tranquilidad en medio de la tormenta por la cual esta pasando. Muchas veces podemos justificar las mentiras blancas con la intención que hay detrás de esta. Desde que se diga la mentira con la intención de hacer algo positivo, se puede decir que esta bien decirla. Siempre y cuando no se esté alterando o arriesgando el bienestar de otros.
Como todo en exceso, cuando usamos las mentiras blancas en exceso, estas pueden ser perjudiciales para la percepción de verdad del individuo. José Burgos en su articulo: Las mentiras blancas, expresa:
“Visto así, no parecen perjudiciales. Pero el problema se presenta cuando estos comportamientos se tornan reiterativos y se convierten en hábitos que pasan de mentiras pequeñas y eventuales a constantes que pueden crecer hasta el extremo de convertirse en mentiras peligrosas.”
Con la anterior cita, se puede evidenciar que el uso en exceso de las mentiras blancas no es bueno para el ser humano. Con el continuo uso de estas, se normalizará la acción y la mente se va acostumbrando a usarlas cada vez más seguido en beneficio del individuo. Alterando la verdadera realidad y sustituyéndola por las mentiras blancas que creemos no va a afectar a muchos. Formando seres con poco respeto a la verdad.
En nuestra sociedad actual podemos ver con gran frecuencia este tipo de mentiras. Aprovechando que actualmente nos encontramos en fechas electorales para alcaldes, podemos demostrar cómo cada 4 años, muchos de los candidatos hacen uso de las mentiras blancas para ellos posicionarse como el mejor candidato y aumentar la percepción positiva por parte de los votantes. En muchos casos, los planes de gobierno que estos candidatos exponen tienen ideas muy buenas pero que ellos tienen claro que nunca van a poder llegar a elaborarse. Sin embargo, deciden decir una mentira blanca, pensando que no van a afectar a nadie. El uso de esta modalidad ha creado que muchos de los ciudadanos les pierdan el respeto y la fe a estos candidatos. Estos han perdido credibilidad frente a la ciudadanía.
En conclusión, las mentiras blancas pueden ser justificadas cuando se encuentra una buena intención detrás de esta y siempre y cuando no se vean afectados otros individuos por la decisión. Usarlas tan seguido también afecta al ser humano debido a que se forma un individuo con sin respeto a la verdad y sin credibilidad ante los demás que lo rodean. Y con respecto a la sociedad, siempre es mas beneficioso para el bien común decir la verdad. Ocultar información o entregar información falsa causa grandes retrasos para nuestra sociedad, como, por ejemplo, como mencionamos anteriormente, el caso de la baja credibilidad de algunos candidatos a alcaldías de nuestro país.
Bibliografía
Burgos, Jose. “Las Mentiras Blancas.” Elnuevoherald, El Nuevo Herald, https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/cartas/article20593437.html.
Polo, Leonardo, and Carlos Llano Cifuentes. Antropología. Madrid: Unión editorial, 2010.
María Paula Acosta Gómez