Trabajar es más sabroso

Por: Tomás Giraldo Restrepo

 

Hace poco más de cuatro años comenzó a crecer FIRE, un movimiento en Estados Unidos que pretendía ayudar a los Milennials a alcanzar la jubilación poco después de celebrar los 30 años.

¿Cuántos de nosotros no nos hemos imaginado ser parte de ese paraíso? Navegar entre una docena de ciudades que ofrece Ryanair en su mapa interactivo, pinchar nuestro destino favorito, y estar despegando 48 horas después. Tranquilos de que no tenemos que rendirle cuentas ni a nada, ni a nadie.

Muchos creemos que si nos llega una vida de jubilado ante de que realmente empiece la vida, seremos felices. Creemos que viajando por el mundo sin rumbo, despidiéndonos de nuestros círculos sociales y soltando nuestras obligaciones diarias; podremos por fin, culminar la paz mental que nuestra vida “monótona” nos impide.

Y eso es lo que creemos, hasta que lo vivimos. Y cuando lo vivimos, nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos.

Durante los últimos siete meses estuve viviendo en Europa, y experimentando lo que muchos llamaríamos: “una vida de envidia”. Viajé a más de 30 ciudades en 19 países, compartí con jóvenes y adultos provenientes de los cinco continentes, y asistí a un intercambio académico en una universidad donde la última preocupación era estudiar.

Sin embargo, los retos personales más grandes con los que llegué al viejo continente fueron los mismos con los que me devolví a Bogotá.

Pero, cuántas veces no escuchamos a artistas, deportistas, empresarios, y otros personajes, comentar que ni la riqueza, ni la fama, ni el éxito, traen felicidad, y aun así, nos seguimos comiendo el cuento. Y nos lo comemos entero.

Sí, estamos de acuerdo, llorar al frente de la Torre Eiffel es probablemente más agradable que hacerlo mirando la Torre Colpatria, pero, los dolores emocionales nunca se curan con lujos externos. Viajar sin límites, no estudiar, no trabajar, o no tener obligaciones, no hace que la vida sea más sencilla.

Y aunque una jubilación permite mayores libertades, si usamos esas libertades para intentar esfumarnos de la cotidianidad, no llegaremos a nada distinto que al vacío y la soledad. Desafortunadamente, para no empacar los problemas y dolores más profundos, tendríamos que empezar por no llevarnos a nosotros mismos.

Entonces, si mi intercambio fue un abrebocas de lo que se sentiría una jubilación prematura, y si esa jubilación prematura no se sintió tan extraordinaria… ¿qué sí nos puede traer verdadera autorrealización?

La respuesta corta es: varía para cada persona. La respuesta generalizada es: ser parte de actividades y espacios que nos permitan generar las siguientes sensaciones:

1. Propósito: la causa y/o el grupo de personas nos impulsa hacia una mejor versión de nosotros y del mundo.

2. Sentido de pertenencia: conectamos con los valores, las creencias y las decisiones que se toman en el espacio.

3. Experticia: la consistencia, la perseverancia y la pasión, nos llevan a generar mayor valor con el paso del tiempo.

Estas tres sensaciones se encuentran en infinidades de lugares y grupos de personas. Por ejemplo, en nuestro hogar, con nuestros seres queridos: tenemos propósito porque constantemente nos sugieren formas de ser mejores hijos, padres, o parejas. Alcanzamos sentido de pertenencia, porque aunque no siempre compartimos opiniones, nos encaminamos hacia objetivos de vida más o menos parecidos. Y generamos experticia, porque cada día comprendemos mejor sus formas de sentir y de pensar, y así, interactuamos de manera más fluida.

Pero estas tres sensaciones, lo creamos o no, se manifiestan especialmente trabajando. Trabajando encontramos propósito, pues encaminamos nuestras acciones profesionales hacia un objetivo que consideramos, genera un impacto positivo y trascendental. Trabajando logramos sentido de pertenencia, pues nos rodeamos de mentes inquietas, que buscan alcanzar resultados que potencializan al equipo completo. Trabajando generamos experticia, pues la rutina nos permite llevar ciertas habilidades a niveles que antes considerábamos inalcanzables. Y por eso, trabajar como adulto joven, es más sabroso que jubilarse.

En resumidas cuentas, no se trata de dejar de viajar, o de dejar de disfrutar de actividades extracurriculares, o de quedarnos en trabajos desmotivantes. Se trata de entender, que los Milennials estamos en un momento de vida en el cual comprometerse con una idea, con un lugar, con un grupo de amigos, y con una empresa, usualmente genera mayor nivel de satisfacción, que estar viviendo sin dirección.

 

Referencias

1. Marazzi, A. (2018, diciembre 07). ¿TE JUBILARÍAS A LOS 30? Retrieved from Anfibia: https://www.revistaanfibia.com/te-jubilarias-los-30/

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