¿Eutanasia para todos?
Por: Juan Esteban Parra Lozada
Aunque son contados los países en donde actualmente ya se encuentra legalizada la eutanasia, la opinión pública en muchos otros países indica que el grado de aprobación de esta práctica va en aumento. Al parecer, este tipo de intervención deliberada para poner fin a la vida de una persona hoy en día es un asunto de respeto, pues se promueve la idea de que cada uno tiene derecho a tomar la decisión de morir cuando quiera y en las condiciones que desee. Aunque el significado de la palabra eutanasia sea “buena muerte” no creo que sea bueno normalizar la preferencia por morir en vez de vivir.
Ahora bien, no estoy diciendo que aquellas personas que padecen de enfermedades incurables avanzadas, terminales, o dolores altamente insoportables no merezcan el derecho a morir con dignidad. Es innegable que la eutanasia puede ser un descanso más que necesario para todas estas personas que por diversas razones físicas o mentales, la vida se convierte en una tortura. Sin embargo, pienso que es importante que la eutanasia sea un proceso evaluado por profesionales en el asunto como lo pueden ser médicos y psicólogos. Desde mi punto de vista, la aprobación pública por la eutanasia no debe conllevar a que esta sea considerada como una opción válida para todos. Aunque es sumamente complicado juzgar el dolor y el sufrimiento ajeno, considero que como sociedad sabemos que no todas las situaciones de sufrimiento son razones suficientes para tomar una decisión tan trascendental como lo es acabar con la vida.
Por lo anterior, considero que la eutanasia requiere de una regulación rigurosa pues no basta con legalizarla. La obligación moral intrínseca del ser humano es la de incentivar la vida, por lo tanto, no todo el que quiera acceder a la eutanasia debería tener el derecho de hacerlo. No todo sufrimiento es irremediable o insuperable y, por ende, no podemos caer en la trampa de normalizar este tipo de decisión sabiendo que en muchos casos el sufrimiento de la persona involucrada será pasajero. Dicho de otro modo, permitir que cualquier persona pueda escoger la eutanasia podría crear una gran amenaza para todos, pues aumentaría la indiferencia por la muerte y restaría significado a la vida.
Estoy completamente consciente de que quizás mi punto de vista sea inaceptable para muchos, ya que permitir la eutanasia para todos es generalmente percibido como un acto de compasión. No obstante, creo que permitir que cada uno tenga la posibilidad de optar por este tipo de suicidio asistido es más bien un acto de indiferencia. Si el día de mañana una persona que usted aprecia (y que no padece de una enfermedad incurable física o mental) le dice que quiere acabar con su vida, seguramente usted no le va a responder con un simple “como quieras”. No podemos volvernos cómplices de la indiferencia ante la vida. Normalizar la preferencia de morir en vez de persistir en el sufrimiento pasajero es en gran parte quitarle el sentido a la vida misma. El sufrimiento es inevitable y es una parte intrínseca de la condición humana. Este hace que podamos confrontarnos a nosotros mismos para convertirnos en mejores personas. Sufrir es un requisito para fortalecer nuestro espíritu y para empatizar con los demás.
“El mundo está lleno de sufrimiento, pero también de superación del mismo.” Helen Keller