Legalización resiliente
Por: Iván Andrés Gutiérrez Ramírez
El debate social, político y económico alrededor de las políticas de drogas siempre ha sido un gran tema de controversia ante medios, políticos, hacedores de políticas públicas y la sociedad civil en general. En el ámbito político, las normas, regulaciones y políticas de drogas responden a la necesidad de estadounidense de hacer frente a su problema de salud pública en cuanto al consumo irresponsable de sustancias psicoactivas y narcóticos. Desde el 17 de junio de 1971, Richard Nixon mencionó que las drogas eran el “enemigo público número uno”. Hoy, 51 años después, podría decirse que las cosas no han cambiado mucho. Los orígenes de las drogas son bastante diversos. Por ejemplo, la heroína era, en sus inicios, recetada para múltiples enfermedades como la histeria e incluso para los bebes “irritables”. Este tipo de recetas médicas, que hoy son irresponsables, han llevado al abuso de las drogas y, en el país norteamericano, han creado un aumento en el consumo de sustancias psicoactivas y narcóticos, también debido al crecimiento de su población, zonas de bajos recursos o “tolerancia” y al deseo de expansión de los capos de la droga. Por ende, aquí en Colombia, el hecho de ser aliados estratégicos de Estados Unidos, se debe básicamente a la inversión que hace Estados Unidos en el país (en cuanto a milicia y negocios, entre muchos otros) e implica que las relaciones políticas deben ser cuidadas, preservadas y mantenidas de una manera especial para que exista confianza y comodidad a la hora de tener un aliado como Colombia.
Por el lado económico, la legalización de las drogas puede ser verdaderamente lucrativo. La legalización de las drogas podría ser una gran entrada de capital para el país. En este momento, las drogas representan un 2% del PIB, según el diario La República. El ingreso que recibe Colombia por las drogas es poco medido y puede que sea mucho mayor. Las mencionadas cifras tan altas, son tan solo superadas por unos cuantos productos como el petróleo que es exportado a otros países. Por esto, la legalización de las drogas haría que el país pudiera declarar este dinero y tributarlo. Con la mencionada recaudación de impuestos debido la tributación de la producción y exportación de narcóticos y psicoactivos se podría hacer inversión que sea destinada en la diversificación de la economía a una más tradicional y/o menos estigmatizada y de consecuencias y externalidades negativas.
Ahora bien, en lo social, los narcóticos y los psicoactivos están muy mal vistos en general. Sin embargo, pensando en un hipotético caso donde se legalizan las drogas, se estaría regulando un producto que le ha hecho mal al mundo y, sobre todo, a un país como Colombia. El costo social de las drogas, en especial con la existencia de los cárteles de las drogas, ha sido bastante grande y ha afectado en gran medida la vida de nuestra población. Por ejemplo, los desplazados, los asesinatos, las violaciones, los secuestros y los problemas de consumo de drogas no son algo deseable en un país y mucho menos en una sociedad civilizada como la que vivimos hoy en día. A pesar de esto, las drogas siguen siendo consumidas y los grupos que apoyan o rechazan la legalización de las drogas siempre centran sus discursos en las externalidades negativas que ya se mencionaron. Por el contrario, especialmente aquellos que apoyan la legalización deberían proponerla de una manera diferente. El discurso clásico se basa en los costos sociales que, por supuesto, no son gratis, duelen y afectan a la población civil, pero infunde odio en la sociedad. Por esto, las drogas no son una gran idea debido al costo social tan alto que ha vivido nuestra población. En efecto, podría concordarse que ningún producto debe pasar por encima del bienestar de la sociedad y, en este caso, las drogas han sido el producto que más muertes ha generado en Colombia. Este país tiene el perfecto ejemplo de ello, una guerra de más de 80 años no es algo que se pueda ignorar cuando hablamos de una política de drogas. Sin embargo, si se piensa más de una manera resiliente, podría llegarse a un consenso donde el discurso deje de basarse en el odio y en las afectaciones pasadas. Por el contrario, el discurso de legalizar las drogas se debe centrar más en soluciones nuevas, creativas e innovadoras de traer el bien y beneficios a la sociedad. Si promoviéramos los beneficios médicos que tienen algunas drogas o los ingresos económicos para la sociedad y las obras que generen valor social que podría impartir el gobierno con los impuestos, la sociedad civil podría cambiar su mentalidad y ser más resilientes en cuanto a las dinámicas alrededor de las drogas. Además, se debe incluir una legalización y regulación inteligente acorde a los riesgos de cada droga. En resumidas cuentas, las personas deben ver las bondades de estas actividades para poder entender, de manera holística, que los beneficios son para todos, que el odio no resuelve nada y que la paz se puede alcanzar de varias maneras, pero en nuestro contexto, en todas se requiere resiliencia.
Referencias:
Nixon, R. (1971) President Nixon Declares Drug Abuse "Public Enemy Number One". Interview. Richard Nixon Foundation. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=y8TGLLQlD9M
Becerra, L. (2019) Narcotráfico pesa hasta $19 billones en el Producto Interno Bruto de Colombia. Hacienda. Diario La República. Recuperado de: https://www.larepublica.co/economia/narcotrafico-pesa-hasta-19-billones-en-el-producto-interno-bruto-de-colombia-2933774