Las mentiras blancas: Una restricción para el crecimiento personal
A lo largo de la historia la sociedad siempre ha estado expuesta a la mentira y los individuos participan en ella diariamente, ya sea tomando la posición del individuo que miente o al que se le está engañando. La mentira blanca, es una forma que encontró la sociedad para poder mentir de forma piadosa, ya sea para obtener un beneficio propio, liberarse de una responsabilidad o evadir un asunto con otra persona con el objetivo de quedar bien y no hacerle daño. Usualmente, estas mentiras son las mas comunes ya que el individuo incurre en ellas todos los días, pues la sociedad las tiene denominadas como un tipo de mentiras pequeñas que pueden traer beneficio a la persona a corto plazo y brindarles una solución inmediata para sus problemas. Aunque las mentiras blancas son consideradas como comunes e irrelevantes, este texto busca exponer que por ningún motivo su propósito es justificado y lo único que estas generan es que la sociedad no prospere.
El capítulo de la autoría de Leonardo Polo y Carlos Llano denominado como La Veracidad del Directivo, es muy conciso para explicar el uso de mentiras de las personas dentro de las organizaciones y porqué estas son usadas. Considero fundamental un pasaje del capítulo para sustentar la idea general de este texto, el cual expone que “la mentira no está nunca justificada y no sólo por consideraciones de tipo moral individual, sino desintegra a las organizaciones; es el gran corrosivo de la vida social” (Polo, Llano, 1997, P.34). Este capítulo se centra fundamentalmente en las organizaciones, pero sus conceptos también pueden asociarse a la vida cotidiana, finalmente una organización tiene grandes componentes sociales y se asemeja mucho a las relaciones que se tienen dentro del mundo exterior. Por esta razón es injustificable e inconcebible la existencia de las mentiras blancas dentro de nuestra sociedad, y es aún más cuestionable que a estas estén normalizadas y aceptadas.
Debo confesar que a lo largo de mi vida he incurrido en las mentiras blancas, y en la mayor parte de las ocasiones lo he hecho para evadir una responsabilidad o no ser juzgado. Las consecuencias de estas mentiras que parecen intrascendentes pueden ser graves en un largo plazo, pues en un comienzo consideramos que estas fueron una salvación para enfrentar un problema. Sin embargo, eventualmente las mentiras se descubren y no hay peor sentimiento que tener una fama de mentiroso con nuestra familia, amigos y las personas con las que trabajamos, pues perdemos la confianza de ellos y las relaciones interpersonales se comienzan a agrietar. En mi caso especifico, no me considero como una persona que miente constantemente, intento ser lo más verídico posible por lo cual las personas valoran mi sinceridad, sin embargo, todas esas mentiras me han afectado con un pequeño sentimiento de culpa que se agranda con el tiempo y finalmente lleva a que termine engañándome a mí mismo para aceptar mis errores y termine viendo la realidad de forma alterada. Cuando mentimos y somos conscientes de esto, comenzamos a alterar los eventos reales y esto causa que no tengamos una visión objetiva de quienes somos como personas, cuáles han sido nuestros logros y en qué hemos fallado, por lo cual nos limitamos a tener un crecimiento personal más avanzado.
Soy consciente de que he empleado estas mentiras en algunas ocasiones, esto me lleva a pensar que en diferentes escenarios las personas las han usado conmigo y en cualquier momento estoy expuesto a que alguien me trate con una mentira blanca. El sentimiento cuando descubres que una persona te ha mentido es desagradable, pues desconfías de la persona, también te cuestionas porqué te han engañado y te preguntas si eres una persona a la que es fácil engañar para poder sacar del camino. Existen dos factores principales por los cuáles no me gusta que me traten con una mentira blanca. En primer lugar, cuando una persona me miente para liberarse de una responsabilidad está jugando con mi tiempo y no me permite ser planificado con mis actividades. En segundo lugar, cuando me mienten para “no hacerme daño”, realmente considero que me están afectando más, pues soy un fiel creyente de que las retroalimentaciones sinceras pueden ser dolorosas pero fundamentales para el crecimiento personal, de forma contraria, nuestra mente seguirá viviendo en un mundo de fantasías donde no podrá autoevaluarse de forma objetiva para poder solucionar nuestros defectos y progresar.
Finalmente, para sustentar mis argumentos sobre las mentiras blancas, ¡los autores mencionados anteriormente comentan en el capítulo titulado Tres mentalidades que “Conviene darse cuenta de que lo que uno quiere ser es lo más importante; quien lo consigue tendrá las riendas de su hacer y de su tener. Si su acción se le va de las manos porque le obsesiona, ya no podrá resistir; se ha olvidado del gran apoyo de la actividad empresarial: la persona. Por ello, la empresa es un factor de fomento de la personalidad. Si deja de serlo — como ocurre hoy con frecuencia —, se desnaturaliza” (Polo, Llano, 1997, p.7). Este pasaje lo considero muy valioso para terminar mi postura sobre las mentiras, en este caso se habla de lo que es la organización para la persona, en el caso de este texto se comenta del impacto de la sociedad en ella. Cuando mentimos y cuando nos mientan, por más pequeños que sean estos sucesos se pierde el fomento de la personalidad, que es una forma en la que crecemos constantemente. Por esta razón las personas individualmente, las organizaciones y la sociedad tiene el reto y la obligación de intentar ser lo más transparente posible en sus acciones y actividades, pues esto va a promover el desarrollo personal que conlleva posteriormente a que la sociedad progrese rápidamente, por lo tanto, en cualquier situación mentir es injustificable.
Bibliografía:
- Polo, L. Llano, C, 1997, La veracidad del Directivo, Madrid: Editorial
- Polo, L. Llano, C, 1997, Tres mentalidades, Madrid: Editorial
Detalles del articulo
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AutorFelipe Avendaño
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LugarBogotá Colombia.
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Año2019
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TemaMentiras Blancas