Trabajar con destino
Al mirar, quizás en retrospectiva, lo que es la carrera profesional actualmente, es imposible no detenerse y darse cuenta de algo: el mercado está exigiendo más tiempo, mas dedicación y más entrega por parte de los empleados, y los profesionales están permitiéndolo, ya sea por aumentar su experiencia profesional, o para adquirir habilidades de trabajo bajo presión. Es una dinámica global, tanto que se ha reconocido mundialmente el término hustle culture, en ingles, y se refiere a esa cultura que se ha hecho común en el mundo de siempre estar ocupados, de trabajar más de lo que pueden incluso dar, para lograr objetivos en muy poco tiempo; o por lo menos eso es lo que esperan. Lo anterior podría llevar a afirmar que, en muchos casos, las personas trabajan a ritmos inimaginables por satisfacer a la sociedad, y no para realizarse como persona.
De la misma manera, la ‘cultura del ajetreo’ o hustle culture se puede observar incluso en etapas tempranas de la vida. Para los millenials o centenials, según las clasificaciones generacionales más modernas (Perez, 2018), el mantenerse ocupado todo el tiempo es parte de su crianza: crecieron con clases de piano, tenis, inglés o francés, actividades de voluntariado y vida social; todo esto mientras atendían sus estudios. Así, lo anterior siempre ha sido parte de sus vidas y no han llegado a cuestionarse el porqué del querer mantenerse ocupado todo el tiempo. Como lo dice Erin Griffith, de New York Times, hablando sobre las metas que se han impuesto los jóvenes: “An entire generation was raised to expect that good grades and extracurricular overachievement would reward them with fulfilling jobs that feed their passions.” (Da Costa, 2019).
Con base en lo anterior es válido preguntarse: “¿hacia dónde voy?” Los jóvenes no se han dado el espacio de cuestionarse si lo que están haciendo los lleva a dónde quieren llegar, y sin temor a equivocación, no saben ni siquiera cuál es ese punto de destino; la misma ‘cultura del ajetreo’ les ha quitado ese espacio de autoconocimiento y reflexión. El hecho de mantenerse ocupado les produce satisfacción, “sentimiento del deber cumplido”, pero, sin una proyección a futuro, ¿vale la pena ese ritmo de trabajo al que se ven sometidos? Por otra parte, haciendo referencia al ambiente universitario, en donde los jóvenes se ven sometidos a una carga de trabajo a la que quizás no estaban acostumbrados, generalmente colapsan hasta que se acostumbran, e incluso buscan más (¿es sano acostumbrarse a lo que hace daño?).
De esta forma, lo anterior, junto con las exigencias del mercado, han llevado a una gran cantidad de jóvenes, por lo menos en la Universidad de los Andes, a comenzar con la famosa “doble carrera”, en donde pueden, tomando más cursos cada semestre y extendiendo la cantidad de semestres, obtener dos títulos. En un principio, sería muy válido esforzarse para lograrlo, pero también es válido preguntarse: “¿En realidad quiero ser, por ejemplo, Administrador de Empresas y Economista?” ¿o es simplemente una decisión impulsada por seguir una tendencia y evitar el sentimiento inferioridad que muchas veces pueden hacer notar estas situaciones? En muchos casos, en un mundo tan caótico y exigente, la gente se olvida del punto de destino, de sus principios, de sus fundamentos y se olvidan de darle un vistazo a la panorámica de su vida, de lo que son; como lo indica Celinne Da Costa, de Forbes: “[…] in a world that is inundated with distractions, busy-ness, and addiction to hustling, there is merit in taking a step back and looking at the big picture” (Da Costa, 2019).
Con base en lo anterior, es posible encontrar muchas anécdotas de jóvenes y adultos en donde se deja ver la dinámica canibalista del ‘hustle culture’, en medio del ámbito académico y profesional, en el cual, por conseguir un objetivo que ni siquiera están seguros de querer alcanzar, se crean ambientes de rivalidad y falta de compañerismo que agota las posibilidades de crear sinergias que deberían aprovecharse para generar más valor. En muchas ocasiones, esa dinámica termina perjudicando las relaciones personales de quienes caen en este círculo vicioso y la afectación puede ser mucho mayor. Como lo expresa Griffith, del New York Times, exponiendo el caso de Jhonatan Crawford, un emprendedor que se dejó llevar por esta cultura y no terminó muy bien: “[…] If he socialized, it was at a networking event. If he read, it was a business book. He rarely did anything that didn’t have a “direct R.O.I.,” or return on investment, for his company. Mr. Crawford changed his lifestyle after he realized it made him miserable.” (Griffith, 2019).
Para concluir, y teniendo en cuenta el poder que tiene y sigue acaparando el ‘hustle culture’ a nivel mundial, sus dinámicas agotadoras y su capacidad para hacer perder el rumbo; se muestra que en muchas ocasiones no es el deseo de la persona lo que se está cumpliendo, sino el deseo impuesto por la sociedad. Por otro lado, para contrarrestar los efectos negativos que esto puede acarrear, es válido mantener entonces unos valores no negociables, unos fundamentos sólidos y un rumbo fijo, que permita alejarse de estas dinámicas que en ocasiones son destructivas y permanecer con la mirada puesta en el destino, pero disfrutando cada paso del viaje.
Bibliografía Da Costa, C. (2019). Stop Idolizing Hustle Culture And Do This Instead. Forbes. Griffith, E. (26 de Enero de 2019). Why Are Young People Pretending to Love Work? New York Times. Perez, E. (2018). Diferencias entre centenials y millenials. P&M.
Detalles del articulo
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AutorRicardo Palacio Toro
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LugarBogotá Colombia.
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Año2019
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TemaHustle Culture